Aburrámonos
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Noches de jardín

Aburrámonos

El término aburrimiento es una de las palabras que no goza de buen predicamento en la actualidad, en una sociedad donde buscamos sobreestimularnos y en la que se presenta el miedo a aburrirnos. ¿Podemos morirnos de aburrimiento? ¿Estar aburrido está cuasi-prohibido? ¿Estamos aburridos de estar aburridos?

Eduardo Esteban | 11 sep 2022


    Es una emoción negativa que, por su molestia, produce en nuestro interior una reacción para enfrentarnos a la situación que la genera y acabar con el malestar que nos pueda provocar. De no lograrlo, se cronifica y puede generar hastío. Esto necesitaría de una reacción más potente para eliminar la causa que lo produce. Así en neutro, el aburrimiento nos impulsaría a emprender un movimiento reactivo para escapar de él, primero tomando conciencia de la situación y luego con alguna acción para cambiarla. ¿Sería un síntoma de nuestra relación interior y con el entorno? En Psicología se dice que es un estado afectivo compuesto por insatisfacción, falta de estimulación y baja activación psicológica…

    Históricamente, los primeros planteamientos filosóficos en torno a esta afección, en tanto que es un sentimiento de vacío, pesar, indiferencia y desgana, fueron siempre negativos, incluido en el cristianismo, destacando que en la Edad Media incluso era castigable. A partir de los siglos XVI y XVII en adelante, el papel del individuo en su particularidad será cada vez más esencial, de manera que podemos encontrar varios autores destacados remarcando el valor del aburrimiento o tedio como base para la construcción de su auténtica subjetividad, esto se ahonda en el Romanticismo y en autores como Pascal, Kierkegard, Schopenhauer y Nietzsche. Su mayor estudioso sería posteriormente Heidegger.

    El aburrimiento no ha sido uno de los temas principales analizados filosóficamente, pero siempre se ha tratado. Desde Séneca, pasando por Horacio, al mismo Sócrates se le criticaba por aburrido. El aburrimiento se “democratiza” a finales del siglo XIX en el que el trabajador quiere tiempo libre, una vez lo tiene, ¿qué se hace con él? Y si un entretenimiento nos dura poco y lo abandonamos, ¿cómo proseguimos?

     Ahora nos aburrimos de una forma diferente a nuestros antepasados pero tenemos más miedo de aburrirnos. Por ejemplo, hoy en día, a un sector importante de jubilados (por disponer de más tiempo de ocio) les avergüenza aburrirse, y no solo a ellos. En general, parece que es natural el deseo de escapar del aburrimiento y que si nos aburrimos es que no  aprovechamos bien el tiempo de ocio o no sabemos cómo entretenernos. Si somos personas aburridas nos miran mal y no nos socializamos bien. Admitir que uno se aburre puede ser visto como ser de “mala compañía”.

    Nuestras sociedades actuales con su industria del entretenimiento, ¿van en contra del aburrimiento? Esta industria crea una adicción a estar ocupados permanentemente. Este modo de vida fomenta que el aburrimiento esté mal visto. Se huye de él como si fuese un tipo de dolor, acudiendo incluso  a especialistas o a ingerir pastillas (“medicalizando” la situación). Habría una concepción del aburrimiento como patología monopolizando la psiquiatría-psicología esta temática en el siglo XX. Pero históricamente se ha estudiado por filósofos, teólogos y no por la medicina ni salud mental.

    ¿Por qué tememos al aburrimiento? Es como si nos hiciese sentirnos mal, nos hace molestos y buscamos eliminarlo ocupando el ocio en redes sociales, mensajería, plataformas… pero  deberíamos evitar estas inercias para no sentirnos peor a medio y largo plazo.

    En esta época actual en que hay una gran atadura al trabajo y en donde se está ocupado permanentemente (bien por el horario laboral o en el tiempo de ocio con los dispositivos portátiles, móviles, etc…), se fomenta la ocupación y se crea una mala prensa del aburrimiento con el añadido de que este no se ve productivo.

    ¿Es real el riesgo de que la tecnología pueda mermar la creatividad y la imaginación? Tanta información y bombardeo acumulado de estímulos nos hace perder la atención y puede intoxicarnos. Entendiendo lo contrario del aburrimiento como el estar activos o bien con excitaciones adictivas, y desde un enfoque cuantitativo, si tenemos pocas “excitaciones” nos puede dar ansia de más, pero si son muchas nos agota. Por ello, es importante hacer mostrar a los demás (y sobre todo a los más jóvenes) que para llevar una vida feliz debemos tener una cierta capacidad de aguantar el aburrimiento. Puede que los padres deban inculcar la importancia a los niños de que un día es igual a otro (salvo momentos especiales) y no abocarlos a muchas diversiones con golosinas o entretenimientos-espectáculo (sobre todo si es reiterado). Un niño (como una planta joven) se desarrolla mejor si se le deja crecer sin perturbaciones en la misma “tierra”, y no necesita ser excitado e incitado frecuentemente, alterando espontaneidades. Si vive una vida de distracciones y disipaciones sus pensamientos estarían dirigidos al próximo placer y no al mejor logro del más largo plazo para su proyecto vital.

    Podrían entenderse varias experiencias del aburrimiento, una de tipo situacional y otra profunda-existencial de tipo hastío (de que casi nada nos saca de este estado), cansancio (mental sobre todo) en el que durante grandes intervalos de tiempo no salimos de él. Este cansancio puede venir también por esa carga laboral que nos quita la emoción, el interés y aboca a la rutina como prólogo de una monotonía existencial. O del miedo a aburrirnos que nos lleva a una espiral inacabable de excitaciones adictivas.

    Habría también un posible tipo especial de aburrimiento (más arraigado en las masas urbanas modernas) por su alejamiento de la tierra, de la pérdida de contacto natural-instintivo con la Naturaleza y del  encerrarse entre cuatro paredes que retroalimenta ese vacío profundo (unido a su mejor acceso en el mundo urbano a las diferentes tecnologías).

    En todo caso, ¿cómo entretener a todos, qué solución para contraponer este déficit vital? Este entretenimiento parece banal y es creado por una infernal industria del ocio. ¿Es tan patológico este aburrimiento existencial? Se ha producido una industria de entretenimiento fácil (como poniendo “parches”) que ha inducido a ese agujero existencial. Hay una gran masa con hastío. Esto lleva a un movimiento reactivo creativo o destructivo (en este último caso por alcohol, drogas, o bien por falta de estímulos para movernos que nos castiga psicológicamente). 

    ¿Hay una determinación en que nos quieran tener ocupados en sus distintas manifestaciones? El filósofo Han en su “Sociedad del cansancio” proclama que el hombre es un ser tentado por su adicción a estar ocupado, que está agotado y devorado por su ego, y que su libertad es en realidad como una condena de auto-explotación en su parte laboral y en la de ocio sin saberlo (es decir, no sabe que no es libre y está explotado). Podría añadirse que esta escasez de tiempo libre (en cantidad y en calidad) para reponerse de la frenética actividad laboral y no laboral por la hiperactividad y las multitareas, hace inviable el momento de la reflexión y de la siembra de un pensamiento crítico que pusiese en cuestión este modus vivendi u otras cuestiones de calado. ¿Algo de todo esto puede ser inducido?

   Pero no es malo estar aburrido un rato. Se debe hablar del derecho a la pereza como parte necesaria de la vida humana. La vida tranquila ha sido una característica de muchos grandes hombres. Y pensemos que toda gran obra contiene partes monótonas o incluso nuestras vidas poseen pasajes intrascendentes como prolegómenos de los momentos brillantes. Somos criaturas de la tierra (en el que su ritmo es lento), igual que las plantas y los animales, en donde el descanso es tan necesario como el movimiento. Una vida feliz puede ser posible con un ambiente  tranquilo y más apegado a una vida espontánea y natural.

   Defendamos la contemplación y lo positivo del aburrimiento para penetrar y trascender la realidad. Debemos de dedicar más tiempo a estar aburridos, a hacer brotar el silencio, que puedan aflorar nuevas ideas y buscar abstraerse para encontrar alguna esencialidad. El descanso es necesario para la inspiración. En la historia cuántas mentes brillantes  han logrado (de su gran tiempo libre disponible, producto también de su desahogada posición social) parir ideas y teorías brillantes, fuesen filósofos, teólogos, científicos…. La cultura y/o la ciencia requieren de tiempo de atención y contemplación profunda. En general, el aburrimiento no da resultados inmediatos pero sí resultados, necesita tiempo.

    Para Walter Benjamin, si el sueño es la cúspide de la relajación corporal, el aburrimiento profundo es el clímax de la relajación espiritual de donde se genera algo nuevo; la agitación reproduce más de lo mismo, distrae pero no genera.  Puede que del aburrimiento profundo entre ese ataque de hastío en su conciencia que empuje y permita acelerar un cambio o un nuevo estado positivo presto a accionar (como espoleta). Durante la contemplación uno se desprende y se sale de sí mismo, lo que facilita la imaginación, el encuentro de nuevas sensaciones y de fuentes de conocimiento. En 1989, el poeta Joseph Brodsky dio una conferencia (bajo el título de “Elogio del aburrimiento”) en la ceremonia de graduación de ese curso en el Darmoth College. Les recomendaba a los estudiantes que “cuando fueran golpeados por el aburrimiento, fuesen a por él; que dejasen que les aplastase; que se sumergiesen, que tocasen fondo”. No para que sufrieran, sino porque sabía que esta era la única forma de que abriesen una “ventana en la infinitud del tiempo, es decir, en su insignificancia en ella”. Esta insignificancia les haría tomar conciencia de su finitud, de su particularidad en una vida llena de seres diferentes. Para Brodsky “cuánto más finita es una cosa, más cargada está de vida, emociones, alegría, miedos, compasión” y es precisamente eso lo que él quería para estos jóvenes; que se sintiesen ellos mismos, vivos y con conciencia de poder ser quienes ellos quisiesen ser.

P.D: Un apartado especial que requeriría espacio y tiempo sería analizar el importante caso particular del alumn@ aburrido en el aula, causas, soluciones, ¿necesidad de adecuar la escuela a una más actual que no sea muy parecida a la que nació en la Revolución Industrial?, ¿nuevas metodologías más innovadoras?, ¿menos alumnos por clase?, ¿mejores condiciones laborales del docente que permita un mayor aprendizaje del alumn@ y  un mayor tiempo de relación-trato con esa persona y sus sentimientos?, ¿enfoque del aprendizaje más personalizado e inclusivo?, ¿más formación docente? … Esto para una próxima ocasión.

Referencias bibliográficas:

Imágenes (en orden de aparición):

https://pixabay.com/es/illustrations/aburrimiento-animado-smiley-genial-1977519/

https://pixabay.com/es/photos/bulldog-continental-perro-animal-2437110/

https://pixabay.com/es/illustrations/ni%c3%b1a-cansado-estudiante-aburrido-6024567/

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